viernes, octubre 21, 2005

Medias de rejilla sacadas de una película de Tod Browning

Pensé que la medias de rejilla de la Milá, unas medias antilíbido y antitodo, iban a ser lo más duro de la noche, pero con el aperitivo de la resurrección de Valerio Lazarov como realizador de Gran hermano, sino que me expliquen esos pases a publicidad por entre el cuerpo-croma de la señora con la medias de rejilla, todo fue adentrándose en el proceloso mundo de la España habitada por "Belenes Esteban" y colchones LoMonaco.

El primer golpe, tras las medias, y perdonen tanta fijación con las medias, pero es que no se me va la imagen de la Milá cruzando muslos “enrejillados”, fue un tal Arturo, el chico de Tampico Tamaulipas, un tío capaz de hacer que un “hello” suene tan a medias de rejilla. Sólo decir sobre él, parafraseando a la certera Quintana, “que no voy a permitir a nadie dudar de su condición sexual”. Cuando el histriónico Arturo, maniático de las moscas (quién haya seguido el directo sabrá por qué), con su pijamita marca nalgas, se hundió en la casa de Guadalix, el siguiente golpe fue ver como, y perdón por lo que voy a decir, pero es que así sonó en mi salón con el beneplácito del amigo Canelaveneno, una especie de cruce entre Krusty y Fofito (algo así como el payaso de La hora chanante), marcando todo, y cuando digo todo, digo todo, apareció, quizás confundiendo la Casa de campo con el plató de Guadalix. Aunque lo mejor de Inma, está claro que hablaba de Inma, es su novio Manolo, porque si parecía que Inma transitaba por entre los paseos de ese gran parque urbano madrileño donde la gente va a practicar deporte y pasear a su perro, su novio Manolo, parecía también que volvía de allí, pero en coche (no hace falta que lo explique más).

También entró Inma, para dejar paso aun manchego más manchego que El Quijote, según él, de Tomelloso, llamado Jesús, que se divierte haciendo coreografías para el Carnaval de Tomelloso, algo también muy manchego. Surrealismo puro.

Y la noche siguió entre rejillas y pijamas, a cual más ajustado, hasta que de entre la bruma salió el friki de las cápsulas del tiempo. Un hombre cuyo objetivo vital es enterrar una cápsula cada año de aquí hasta el 2012. En el plató de Telecinco, en ese momento, creí escuchar un “¡Búscate novia!”. Pero este fanático por enterrar cosas, de nombre Tono, dio paso a Raquel. Raquel tiene un hobby. Raquel toca el violín. Raquel mantiene relaciones con mayores, relaciones de sexo. Raquel odia a los niños. Su familia no la soporta. En definitiva, Raquel tiene un problema.

Y todo parecía estar superado a esas alturas de la noche. Las dichosas medias de la Milá habían perdido todo el protagonismo ante las facultades innatas de Raquel para tocar el violín, pero, señores, cuando todo parecía en calma, escuché cosas como estas: “no hay mujeres feas, lo que hay es poco ron” y “…y yo qué hago, si soy un mangón. Me dicen el Ricky Ricón”. Y aquí fue cuando encontré en los muslos de la señora Milá algo apetecible. Aquí fue cuando vi en las “enrejilladas” piernas de la maestra de los realities un atisbo de erección mental que no he logrado definir. No sé si fue una explosión catódica después de tanto Big Brother a lo Tod Browning , o simplemente las medias de rejilla. Si es esto último, y en el fondo, muy en el fondo, me acabaron de gustar los muslos de la Milá, yo si que estoy para la parada de los monstruos de Browning.


Gran hermano VII

1 Comments:

At 12:04 a. m., Anonymous Anónimo said...

grande, muy grande funes. aún estoy intentando superar el pintalabios de la rubia de bote a la que le gusta sobremaquillarse. no hay palabras.

 

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