domingo, noviembre 27, 2005

Y llegó el día... (versión telegrama)

Ayer, evitando no tropezarme con Suárez y Mariscal, caí en la cuenta. ¿Qué eran esas luces? ¿A qué me recordaba ese escenario? ¿De dónde salían tantas banderas, tantos niños repelentes, tanta caspa catódica? Cuando me sobrepuse al shock inicial, cuando descubrí que no era una gala de la MTV presentada por Paris Hilton y Jaime Urrutia cruzado con David Lynch, recordé mi agenda televisiva… ¡Eurojunior! ¡Viva la estabilización de la programación de la señora Caffarel!

Sale Dinamarca. Niño repelente. Rubio. Rapero. Seguramente será un producto del sistema educativo danés, pensé.

Sale Croacia. Una Rosa en potencia. Esa papada…

Sale Rumanía. Pausa. Tres chiquillas vestidas de Ranma, engañadas a maldad, haciéndoles creer que era ese el traje típico rumano, cuando en realidad parecían vendedoras de rosas de colores y mecheros fluorescentes.

Sale Reino Unido y me agarro al sofá. Pienso en Suárez y Mariscal, pero aguanto. Una chica casi albina haciendo de Areta Franklin, tocando el violín a lo Vanessa-Mae y con ligeros rastros de LSD. Surrealismo. Nada me había sobrecogido tanto desde el momento breakdance de Mocedades.

Sale Suecia. Dos chicas. Pienso que se han confundido con la infografía porque la inglesa es demasiado rubia para ser británica y las suecas demasiados morenas para ser nórdicas… ¡Una de tópicos físicos!

Sale Rusia. Sé que no está muy bien hablar de la condición sexual de un niño, es más, sé que no se debe incluir en una misma proposición niño y sexual, pero el ruso…, el ruso sabía mucho.

Sale los macedonios, muy sanos ellos. Los nuevos Backstreetboys balcánicos. Todos de blanco. Uno toca la flauta a lo Hammelin. Para verlo varias veces.

Holanda se merece ir al baño.

Serbia, el nuevo Massiel eslavo con lalalá incluído. Algo así como Stoichkov pero más hooligang. Con un juego de brazos que ya quisiera Leonardo Dantés. A esas alturas, ya no me preguntaba qué demonios veía. A esas alturas, Europa me daba vergüenza.

Llega Letonia para más cachondeo. El líder de los letones es fan de Nirvana y Sepultura, literal. Pero cuando pensaba que iban a ir en plan black metal, tocan un rollo popero. ¡Más madera!

Los belgas. Anfitriones. Salen un montón de "Amelies" de ochos años. Mal rollo. No me gusta ver "Audrey Tautous" de ocho años.

Sale Malta. Esto se pone duro. ¿El tope no era 14 años? Que baje Dios y lo vea.

La niñita edulcorada de Noruega, con cara de haber ingerido reposiciones y reposiciones de Pipi Lamstrung, tiene 65 caballos, perros y un cerdo llamado Gisse, también es literal. Así sonó en mi televisor. Parece que va a gritar: "¡Qué guay ser noruega! "


Y después, el producto de varios sistemas educativos, con un nombre más patrio que el de Manolo Escobar, heredero de los Power Rangers y de María Isabel. Después de la niñita noruega, salió Antonio José. Tan español que cuando acabó de cantar gritó a toda Europa: “¡Thank you! ¡Gracias! ¡Viva España!”

Pero al final quedó segundo tras la bielorrusa. Un idioma que yo creía no apto para la música.

Y pronto a la camita, que los niños no pueden quedarse hasta muy tarde.

Mañana quizás valore este popurrí. Europa me desborda.