jueves, febrero 24, 2005

Michel entre fogones

Michel sigue opositando para el Nóbel de literatura, un premio que se sumaría al Cervantes y al Nacional de poesía. Anoche siguió siendo lo que es, un filósofo del césped, un erudito del fútbol. Aunque últimamente sus aforismos y máximas me recuerdan más a Arguiñano. Ayer, Michel unió en una misma frase cocción y Barcelona. La perla fue la siguiente: “Esa cocción de la jugada siempre le da buenos resultados al Barcelona”. Entre esta joyita y “Holanda se quiere tomar la sopa por donde más quema, por en medio”, no sé si se merece más un tenedor en la guía Michelín (Michel, Michelín. Donde me buscaré estos juegos de palabras) o el Nóbel de literatura.

Michel de cocinitas

Pese a estos ramalazos alimenticios, el Michel que pasará a la historia será el clarividente, el Michel certero, el inmortal, el que puede decir cosas como “No ha sido gol porque se ha ido fuera” sin que se le arrugue la corbata y sin que el señor Ángel de la Casa se descojone o le den arcadas, que todo puede ser con el exmadridista.

Tras Michel, llegó Wyoming, que poco a poco esta pasando de presentar un programa de culto a presentar un programa para que lo vean sus amigos. El solito fue capaz de que la Primera perdiera 6 millones de espectadores en un par de minutos. Parafraseando a Michel, Wyoming y sus muñecos son un “pelotazo descarriado”.