miércoles, abril 20, 2005

Quién me lo iba a decir

Como me gustan las extrañas comuniones que ha dado todo el tema Vaticano. Las últimas parejas raras las vimos ayer. Parejas raras televisivas, para que me entiendan. O me dirán que no fue raro ver a Emma García intentando discernir, entre humos de dudoso color, si era fumata blanca o fumata negra. O ese circulito en el margen inferior izquierdo de la pantalla donde veíamos un primer plano de la chimenea más famosa que la Coca-Cola, con el que Antena 3 pudo combinar el resumen de La Granja y los primeros vapores cardenalicios que se desprendían de la Capilla Sixtina. Pero, para aquellos que llevaban ya medio mes viendo la Plaza de San Pedro, esto les parece lo menos extraño. Un amigo me recuerda como Telecinco, tras la muerte del Papa, desplazó a Roma a Angels Barceló, atea confesa, y a Hilario Pino, soltero como Alberto de Mónaco. Que palo. Esto de mandar ateos y solteros al Vaticano es como si me mandan a mí a cubrir algún congreso de las Faes, o peor aun, ¡qué coño!, ser corresponsal al estilo Paloma Gómez Borrero en el Vaticano.

Dejando a un lado la capacidad que tiene Roma y la televisión para unir raras parejas (tanta capacidad como Julia Otero), me quedo con la frase del día, de la que también se hace eco Jesús Lillo en ABC. Y es que es el ejemplo perfecto de cómo el Papa puede ser tema de corrillo y colarse entre Belenes y Jesulines:

“Quién me iba a decir a mí que el Papa iba a salir en A tu lado.”

Y a mí quién me iba a decir que vería a Urdaci en Telecinco.