martes, junio 14, 2005

¡Mi tele por un zapping!

El otro día un amigo me puso en la pista de algo que venía sospechando desde hace tiempo. No, no era la extraña textura con la que quedan mis tortillas; era algo más malvado que el dudoso sabor de alguno de mis platos. El amigo me dijo: “Tío, los programas de zapping son partidistas.” “¡Joder!” pensé, “…ahora va a resultar que los programas del zapeo tienen línea editorial.” Y no iba desencaminada la bromita sobre, por otro lado, el intuitivo comentario de mi amigo.

Línea editorial, no, pero hilar fino, si que hilan. Salvo el decano de los programas, “Zap..., zap..., zapin”, que le importa un comino lo que pone o no en sus pildoritas catódicas (por algo es Canal +, y se gana el pan con el dinero de sus abonados, por lo que la audiencia se la refanfinfla), los demás guardan ciertos ramalazos maquiavélicos. Por ejemplo, en los tres o cuatro zapping de Telecinco (que ahora la moda es tener todos los que puedas), no sale, ni queriendo, algún fragmento de Buenafuente. Arriesgando y confiando en mi memoria, creo que no sale nada de Antena 3. Por otro lado, en La batidora de la cadena de San Sebastián de lo Reyes ni rastro de las peleas y chillidos de Crónicas.

Alguien me dirá que es lógico, pero antes esto no pasaba. Antes convivían felices mientras se robaban el uno al otro imágenes de impacto. Era como el mundo de los teletubbies: todos felices, rodeados de césped, y con varios conejos sedados por el prado. Ahora los conejitos sonrientes, previamente cocinados, sólo llenan platos, y los jefazos de las cadenas se han quitado los disfraces de Tinki Winki, Dipsy, Laa-Laa y Po, y han dicho: “Nada de promocionar al enemigo. En mi zapping se ha dejado de hacer el teletubbie.”


Los jefazos disfrazados

Buceando en el tema, me he encontrado con un buen artículo del año pasado, pero que nos da algunas pistas sobre el tema. Resulta que, al final, era pura racanería, y más que dejar de promocionar al otro, lo que les fastidiaba a Tinki Winki y compañía era compartir las imagenes con las demás cadenas. Les importaba a todas menos al Plus, que comparte todo, como el amigo que se queda sin bocadillo por ofrecer.

Ahora sólo me queda resolver esa extraña textura con la que me quedan las tortillas, aunque mi amigo y yo estamos de acuerdo en que nos es un problema de compartir o de líneas editoriales; el problema es que soy un mal cocinero por mucho que coma viendo al señor Arguiñano.