Yo, confieso

Y llegó la hora. En una de esas extrañas piruetas que da el destino (ese mismo destino que reúne bajo un mismo plató a Frijolito, el señor Arús y Bustamante) me encontré con que no estaba sólo en una de mis más profundas fantasías. Señores y señoras, tras comprobar que mis gustos eran compartidos por algún que otro compañero de borracheras y "zapeos", reivindico, en público, con toda la notoriedad que puede tener dicha reivindicación en este blog (muy poquita, creo yo), a La Chilindrina como mito erótico. Ya lo he dicho.



Esta muy bien eso de alabar las bondades de la señorita Ferre, o gozar con cada noticia pasada por el filtro sensacionalista de Antena 3, pero leídas por la buena, y desgraciadamente embarazada, Lourdes Maldonado. Yo voy más lejos, reivindico a La Chilindrina como mito erótico, y lo repito para que no haya duda. Lo repito desde sus sugerentes piernas hasta su extraordinaria sonrisa de atrezzo. Lo siento, hablo por muchos que como yo han estado callados durante años: La Chilindrina me pone cachondo, al igual que cada invento de MacGyver, pero eso es otro problema.



Mañana me arrepentiré de este comentario y culparé de tantas sandeces al exceso de horas que puedo pasar viendo reposiciones de todo tipo, entre ellas El Chavo del 8. Pero a pesar del escarnio popular al que me enfrento tras confesarme, muchos vendrán detrás de mí, o por lo menos eso espero, porque comprendo lo grave de mis gustos sobre MacGyver, pero con la defensa como mito erótico de La Chilindrina tengo la sensación de no ser un incomprendido.

Y recuerden, esto sigue siendo un blog sobre televisión.