Días de quejarse
Urdaci se queja, y se queja con fundamento. Se queja de todo: de las presiones a las que fue sometido, de CC. OO, de Juan Menor, de los trabajadores de Torrespaña, de la politización de TVE, de los que dicen que Letizia llegó a donde llegó (o sea, a su lado) por presiones de la casa real, de Zapatero, de las neveras que no terminan de cerrarse, de los resultados electorales del 14-M, de su despido-excedencia-vacaciones, de la mala leche de su mujer cuando llega tarde a casa, de la mala leche de Juan Menor, del tio que lleva la continuidad en TVE, de la Cadena Ser, de la expulsión de Nicky, de El País y de todos los medios afines al PSOE, de todos los medios afines al PP que no le han ofrecido un trabajillo, de algunos redactores malignos y sindicados de la redacción de los informativos de TVE, del país, de todos los que se metieron con él desde Ferraz en la noche electoral, de esa barriga que poco a poco va creciendo, de Buenafuente, de la madre de su mujer (o sea, su suegra), de la madre de Juan Menor, de Lorenzo Milá, de ETA por no haber sido ellos, de los islamistas por haber sido ellos, de Carmen Caffarel, de lo tonta que es Rocío Madrid…
De todo esto se queja el señor Urdaci, adalid de la verdad y del buen hacer, español de bien. Ojalá no se quejara y siguiera siendo presentador de algo. Así seríamos nosotros los que nos seguiríamos quejando de él, y no al revés.
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