Con los Goya hemos topado
¿Quién estuvo ayer detrás de los micrófonos saltarines en los Goya? ¿Qué mano negra bajaba y subía indistintamente (no tras treinta segundos como avisó el Serrano) los micros? ¿Qué mente perversa ideó tal estupidez? Pobre Tamar Novas, un joven, tan joven que lloró por un Goya, y al que la mano negra de algún malintencionado dejó en ridículo, y lo que es peor, sin poder narrar lo que sentía.

¿Cuánto cobró por hora el hombre o mujer que bajada los micrófonos y coartaba lágrimas? ¿Tendría Zapatero un botoncito bajo su asiento para fastidiar a los premiados? ¿El que ideó la idea de los micrófonos retráctiles sería el mismo que le diseñó el traje dorado en el que se embutió Olvido Gara (Alaska)?

Menos mal que llegó la otra Serrana y desdiciendo a su marido en la ficción dijo que aquello era una mamarrachada, y que a ella no le bajaba el micro ni Rita. Y parece ser que el duendecillo de la gala dejo los micrófonos en paz, pero no a Bibiana Fernandez (antes conocida como Bibi Andersen), que la colocó sobre un Rocinante algo especial.

Porque eso sí, algo de quijotesca si que fue la gala. Si Goya levantara la cabeza, como dijo la presidenta de la academia, sería un cinéfilo, pero también hubiera mandado a tomar por culo los micrófonos y tanta tontería.
A pesar de todo, la gala más vista de la historia. Lo que digo, algo de quijotesco si que tuvo la gala de ayer.